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Según Clark Ashton Smith - corresponsal y colega escritor de H. P. Lovecraft - sólo pueden encontrarse referencias a esta esquiva criatura - ¿Primigenio? - en el ya de por sí elusivo Testamento de Carnamagos. De este grimorio se cuenta que fue escrito por cierto oráculo cimmerio homónimo, consignando en él sucesos del pasado remoto así como del futuro distante. Quien tenga la rara suerte de dar con alguna copia de éste, y lea lo que en él se cuenta de Quachil Uttaus, puede cometer el error de llamarlo inconscientemente, con mortales resultados. No en vano, pues el tiempo y el espacio se deforman a su alrededor, desencadenando procesos entrópicos en su entorno; su simple toque acelera el proceso de degradación, convirtiéndolo todo en polvo y desperdicio, y dejando no más que dos pequeñas huellas como señal de su presencia.
La descripción que hace de él Clark Ashton Smith en su relato The Treader of the Dust (publicada en 1935 en la revista Weird Tales) es la que sigue:
It was a figure no larger than a young child, but sere and shriveled as some millennial mummy. Its hairless head, its unfeatured face, borne on a neck of skeleton thinness, were lined with a thousand reticulated wrinkles. The body was like that of some monstrous, withered abortion that had never drawn breath. The pipy arms, ending in bony claws were outthrust as if ankylosed in the posture. of an eternal dreadful groping. The legs, with feet like those of a pigmy Death, were drawn tightly together as though confined by the swathings of the tomb; nor was there any movement or striding or pacing.
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